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      Todo lo posible: una exploración de los sentimientos, a salvo del corset de la corrección política

      Un relato ágil que fluye entre el humor (negro) y el drama, con un notable desempeño del cuarteto actoral y una puesta tan austera como eficaz. En La Carpintería Teatro.

      Todo lo posible: una exploración de los sentimientos, a salvo del corset de la corrección políticaEn "Todo lo posible", el cuarteto actoral logra plasmar a la perfección el sube y baja emocional que plantea el texto. (Fotos: Prensa/Romina Pomponio)
      26/09/2019 17:53

      En Todo lo posible, todo tiene que ver con todo. Sin embargo, al final del día, o de la obra, resulta que sólo unas pocas cosas son las importantes. Las realmente importantes. Y en esa lista breve, el amor rankea en el primer lugar. El amor en la forma que sea, a través de la comprensión, la sexualidad, el acompañamiento, el abrazo, el silencio, el rechazo, la vergüenza, el respeto, la angustia, y también la compasión.

      En ese escenario, Daniel (Marco Gianoli), Álvaro (Claudio Mattos), Magdalena (Salomé Boustani) y Eliseo (Guido Botto Fiora) son hermanos, pareja, compañeros de trabajo o algo más, según dónde y cuándo se detenga la tarima giratoria sobre la que el tiempo corre mucho más rápido que en el reloj los 50 minutos que dura la obra.

      Casi una hora durante la cual Lorena Romanín propone desde su dramaturgia un sube y baja emocional (y emotivo) que combina y contrasta estados de ánimo, sensaciones y miradas en torno a eso que, como Lennon nos enseñó, nos está pasando mientras estamos ocupados haciendo otros planes.

      Todo por un abrazo. A veces, la mendicidad también es una estrategia para conseguir un poquito de amor. (Fotos: Prensa/Romina Pomponio)Todo por un abrazo. A veces, la mendicidad también es una estrategia para conseguir un poquito de amor. (Fotos: Prensa/Romina Pomponio)

      Y lo hace con enorme solvencia, a través de un fantástico cuarteto actoral que funciona de manera ajustada pero no acartonada, que establece con el público más un vínculo de complicidad que de interacción. El espacio de La Carpíntería contribuye a que ese límite llamado cuarta pared se diluya, aunque jamás llegue a desaparecer.

      Entonces, puede pasar que mientras uno de los protagonistas se nos acerca, otros dos se pierden a lo lejos, al mismo tiempo que el cuarto toma una guitarra para marcar de manera casi imperceptible, desde una secuencia de acordes o un apregio, el ritmo de los diálogos. Una banda sonora tan austera como eficiente, en sintonía con la iluminación que, como la música, refuerza las intenciones del texto.

      Los elementos de la trama -la confesión de una equívoca situación escolar, una pelea de pareja, un accidente vial, una convalescencia hospitalaria, una casa compartida- no son sino excusas -o herramientas- de las que se vale Romanín para construir un ágil relato atravesado en lo más profundo por las dudas, las incertidumbres y ansiedades, los dolores, alegrías y flaquezas, virtudes y miserias, certezas, prejuicios y deseos. Los de los actores, que de algún modo son nosotros.

      Contrastes. El uso del espacio es esencial en la complicidad y la conexión que los actores logran con el público. (Fotos: Prensa/Romina Pomponio)Contrastes. El uso del espacio es esencial en la complicidad y la conexión que los actores logran con el público. (Fotos: Prensa/Romina Pomponio)

      Todo, en un cautivante territorio liberado de la corrección política, en el que la diversidad es una cuestión omnipresente pero no contaminante, la muerte un tabú que nos atormenta y el amor una necesidad que admite la mendicidad. Y en el que, en su doble rol, la dramaturga y directora alimenta con acertadas dosis de humor negro, melodrama, tragedia y comedia, y un interlineado abierto a quien se desmarque de la maldita literalidad, los rótulos y la impostura

      Un bienvenido soplo de aire fresco, en los tiempos que corren, que nos invita a enfrentarnos con nuestra mejor y/o con nuestra peor versión, al mismo tiempo y sin más condena posible que la de nuestra propia conciencia. 

      "Todo lo posible" va los viernes a las 23, en La Carpintería Teatro, Jean Jaures 858. Entradas: $350, a la venta en Alternativa Teatral.  


      Sobre la firma

      Eduardo Slusarczuk
      Eduardo Slusarczuk

      eslusarczuk@clarin.com


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